Comenzábamos con esta segunda intravention un poco inseguros. Sabíamos que queríamos pero el cómo los resolvíamos era la duda. Analizando la obra de Ernesto Neto encontrábamos cosas muy sugerentes, objetos suspendidos como nuestra anterior intravention, con materiales y formas similares.
Nos pusimos a imaginar cómo habitar aún mejor esa sección de costa que habíamos elegido, y se nos vino a la mente un laberinto. Un laberinto en el cuál te fueses adentrando sobre una cama de algas, separando la red que te cubre de arriba abajo para abrirte camino y encontrarte conforme avanzas amplificadores de sonidos a diferentes alturas, rematando en una cama suspendida que por sí sola generaría su propio sonido ambiente. Una idea muy sugerente en cuento a sonidos, apoyarte de un objeto para amplificarlo durante ese recorrido (variando los materiales) y que el propio camino se convierta en un lugar más amplio el cual no necesita de ningún objeto externo para notar ese cambio de sonido. Pero a la hora de llevar esa idea a cabo, nos encontramos con el fallo de que no teníamos las herramientas necesarias para conseguir tantos puntos de anclaje.
Fue entonces cuando nuestra mente tuvo que volver al lugar, a entender esa sección, cómo podíamos habitarla. Ver como la estaba habitando aquel señor que nos habíamos encontrado en la primera visita y también analizar qué y por qué habíamos realizado nuestro anterior trabajo. Pusimos los pies en la tierra y volvimos a la idea de la ingravided de un objeto suspendido que emitía sonidos. La sección de la cueva mas un apoyo, nos estaba creando nuestro objeto.
Como si de una cuna de un bebé se tratase, nosotros crearíamos la mayor cuna vista en una playa, con más de 12m de longitud de red y unos peluches que no paran de dar vueltas convertidos en nuestro caso en 3 conos amplificando el sonido del mar. La gente nos preguntaba si intentábamos cazar algo, si estábamos locos, o simplemente cual era nuestra finalidad. Nuestra respuesta siempre era la misma: quédense y vean el resultado. Teníamos claro que si nuestro objeto consiguiese estar suspendido sería un éxito, pero temíamos por que los apoyos no fuesen lo suficiente estables como para aguantar el peso de una persona. Sorprendentemente nuestro objeto aguantó, nunca se debe subestimar la fuerza que puede llegar a ejercer un seto plantado en una roca. Ya teníamos nuestra bola de algas que emite sonido versión avanzada. Ahora las algas ya no estaban bailando como si nos diesen asco, ahora ya entendíamos el valor que tenían, y decidimos recubrirlas con red, para poder crear una base mas firme a nuestro objeto, que pudiese ser moldeable, mullida y adaptada a la fisionomía de cada persona. Los conos ya no se aplastarían con la presión de las algas, ya que esta vez irían suspendidos y además cada uno de un material distinto, entendiendo que el sonido no solo varía dependiendo de las dimensiones de la pieza sino también del material del cual está compuesto.
Estábamos ante un objeto cómodo, ergonómico, ligero, llamativo, adaptado al medio y disfrutable. En él cualquier persona podría tumbarse y pasar la tarde contemplando las vistas y escuchando los diferentes sonidos emitidos por el mar. Balancearse, como si de un columpio se tratase. Leer un libro o meter incluso a otra persona dentro y charlar con ella. Moldeable y cambiante. Así es nuestro objeto.