ANTIDISFRUTE, HABITANDO EL SONIDO

antidisfrute

 

Seguimos dando un paso mas en nuestro proceso de investigación, esta semana tocaba hacer una intravention y para llevarla a cabo me he juntado con Marta y Katia. Cada uno de nosotros con un material distinto y un objetivo que buscar, pero el resultado debía de ser un único objeto. Este fue nuestro punto de partida. Necesitábamos una sección de la costa con forma de cueva y teníamos un material, las algas y un objetivo buscar sonidos.

Encontramos en el antidisfrute el disfrute, ya trabajado anteriormente por Katia de un material como eran las algas que si las juntabas y le dabas una forma parecían un poco menos asquerosas y una sección la cual encontramos ya habitada y decidimos complementarla más con un objeto que pudiese llamar la atención del público.

Sabíamos lo que queríamos conseguir, ahora la cuestión era materializarlo. Un cono gigante colgante en el cual te pudieses introducir y relajar mientras escuchabas el sonido del mar fue nuestra primera opción fallida, puesto que su caparazón estaba formado con una mezcla de yeso y algas, la cual no era la mejor combinación para que no fisurase a la hora de crear el cono. Cambiamos de planteamiento y empezamos a fijarnos más en materiales del mar o usados en el mismo. Una bola gigante, repleta de algas y conos con diferentes tonalidades de sonido y recubierta con una red de pesca sería el siguiente paso. No necesitábamos materiales como el yeso, desentonando en la línea de costa. A modo de red, igual que los pescadores recogen el pescado, nosotros pescamos las algas. Una forma esférica, recordando a esa pelota que llevábamos todos a la playa junto a nuestro cubo cuando éramos unos renacuajos. Y un secreto: el sonido. Simplicidad, pausa, relajación y naturaleza. Una piedra colocada justo debajo de nuestro objeto, como si alguien la hubiese llevado la noche anterior a propósito, nos servía a la perfección para sentarnos y jugar con nuestro objeto. Buscar entre las algas los conos para averiguar que esconden, darle vueltas y más vueltas como si de una bailarina se tratase. Habíamos creado un objeto en continuo movimiento, emitiendo diversos sonidos, quizás lo que pretendíamos representar fuese el mundo, caótico y constante, aprisionado por una red, gritando cosas pero que nadie se para a escuchar por ese asco que quizás le pueda producir las algas. Unas algas que al cabo de un rato jugando con el mundo, ya no daban tanto asco.

En mi búsqueda ya había desaparecido mi primer material, el yeso, el cual me había servido para darme cuenta de que la mayoría de las cosas estaban formadas por capas, ¿no era nuestro objeto acaso una suma de capas? (red, algas, conos) y con esa suma de capas conseguía indagar aún más en esa búsqueda del sonido. ¿Qué nos estará contando la naturaleza? ¿Es el sonido que se escucha en nuestro objeto el emitido por el mar o quizás por el viento?

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