Érase una vez un CIRCO

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Esta semana he ido al circo. Ahí fue donde encontré mi inspiración, que cosa mejor para el disfrute que un circo, donde la mezcla de emociones, espectáculos y sonidos hacen que el espectador pase una tarde maravillosa. Riesgo, inestabilidad, música y animación, mi objeto tiene que dar una función.

Ya partía de una red suspendida sobre una sección de costa, lo que me recordaba a esa red utilizada por los trapecistas a modo de seguridad por si algo falla en su número. La idea obsesiva del sonido la buscaba dentro de un objeto ensimismo, al igual que ocurre en la Cova del Moraig, es la propia cueva la que genera esos sonidos gracias a su efecto de resonancia y su forma. Mi planteamiento consistía en llenar a todo lo largo de la cueva en esa red de trapecista bolas gigantes como esas en las que se sube un elefante, de diferentes materiales, donde pudiesen meterse las personas e ir diferenciando los sonidos que allí dentro se producían dependiendo de en qué bola se encontrasen. Siempre buscando ese punto de inestabilidad al encontrarte suspendido sobre el suelo y al tener que balancear toda la cuerda para pasar de una bola a otra.

Pero un circo sin gente no es un circo, por lo que además quería llamar la atención del viandante que camina tranquilamente por arriba ya que al ver la red lo más probable es que no le diga nada. Estamos cansados de ver redes de protección en las rocas para evitar posibles desprendimientos. Por lo que jugando de nuevo con el sonido, crear una caracola gigante cual payaso o furgoneta con altavoces que recorre la ciudad para anunciarte que el circo se encuentra en la misma se tratase. El viandante se pararía a escuchar y encontraría una amplificación de lo que estaba sucediendo bajo él. Sonidos de personas hablando entre ellas, bolas chocando unas con otras o un viento enorme que sopla hacia arriba. Ya tenía el circo montado y jugando con dos formas de sonido, la primera la creada por un propio lugar (las bolas) y la segunda la amplificada por un objeto (la caracola).

Adentrándonos en la parte técnica y en como materializarlo, mi principal preocupación eran los anclajes y las costuras que se podrían realizar en la red. Para los anclajes me he fijado en los que usan los alpinistas, considerando que son esos los más oportunos para poder anclar mi red a la roca, si volvía la vista atrás podía recordar que nuestro amigo de la hamaca también utilizaba uno de estos. En cuanto a las costuras, pensé en que la mejor solución sería tener una red de nylon hecha a base de nudos y también entrelazar y apoyarme en esos nudos para resolver esas costuras, también de nudos trataría el encuentro entre la red y los anclajes. El anclaje en la parte superior lo sigo confiando en las propias plantas del lugar. He tenido la oportunidad de pasar en esta semanas unos días con un amigo biólogo el cuál se sorprendía al enseñarle en lo que estaba trabajando, pero no tanto en la resistencia de la planta; pues me comentaba que una planta puede llegar a tener de raíces hasta el doble de lo que asciende en altura y más en este caso al ver en el terreno en el cual están plantadas. Por lo que mi confianza en ellas era plena, pero si es cierto también que en esta zona no tenían un gran número de plantas fuertes, por lo que me apoyaría también en enganches de alpinistas para sujetar la red.

Las bolas de distintos materiales me servían para intensificar el sonido de una forma o de otra, mi reto ahora consistiría en poder hablar con expertos en cada material preguntarles que opinarían de cómo podrían llegar a resonar estas bolas y si verían posible la materialización de cada una. Los materiales pensados fueron aluminio (estridente), acero corten (sucio), metacrilato (suave) y plástico (absorbente), distintas formas de repercutir sonidos con estos materiales tan opuestos en esta piscina de bolas.

En el siguiente gráfico realizado, se aprecian las tres ramas que sigue mi proyecto: INESTABILIDAD, SEGURIDAD, Y SONIDO. De las cuales se van ramificando propiedades como materiales, anclajes, costuras o forma para conseguir crear de mi intravention un CIRCO DISFRUTABLE.

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ANTIDISFRUTE. HABITANDO EL SONIDO 2.0

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Comenzábamos con esta segunda intravention un poco inseguros. Sabíamos que queríamos pero el cómo los resolvíamos era la duda. Analizando la obra de Ernesto Neto encontrábamos cosas muy sugerentes, objetos suspendidos como nuestra anterior intravention, con materiales y formas similares.

Nos pusimos a imaginar cómo habitar aún mejor esa sección de costa que habíamos elegido, y se nos vino a la mente un laberinto. Un laberinto en el cuál te fueses adentrando sobre una cama de algas, separando la red que te cubre de arriba abajo para abrirte camino y encontrarte conforme avanzas amplificadores de sonidos a diferentes alturas, rematando en una cama suspendida que por sí sola generaría su propio sonido ambiente. Una idea muy sugerente en cuento a sonidos, apoyarte de un objeto para amplificarlo durante ese recorrido (variando los materiales) y que el propio camino se convierta en un lugar más amplio el cual no necesita de ningún objeto externo para notar ese cambio de sonido. Pero a la hora de llevar esa idea a cabo, nos encontramos con el fallo de que no teníamos las herramientas necesarias para conseguir tantos puntos de anclaje.

Fue entonces cuando nuestra mente tuvo que volver al lugar, a entender esa sección, cómo podíamos habitarla. Ver como la estaba habitando aquel señor que nos habíamos encontrado en la primera visita y también analizar qué y por qué habíamos  realizado nuestro anterior trabajo. Pusimos los pies en la tierra y volvimos a la idea de la ingravided de un objeto suspendido que emitía sonidos. La sección de la cueva mas un apoyo, nos estaba creando nuestro objeto.

Como si de una cuna de un bebé se tratase, nosotros crearíamos la mayor cuna vista en una playa, con más de 12m de longitud de red y unos peluches que no paran de dar vueltas convertidos en nuestro caso en 3 conos amplificando el sonido del mar. La gente nos preguntaba si intentábamos cazar algo, si estábamos locos, o simplemente cual era nuestra finalidad. Nuestra respuesta siempre era la misma: quédense y vean el resultado. Teníamos claro que si nuestro objeto consiguiese estar suspendido sería un éxito, pero temíamos por que los apoyos no fuesen lo suficiente estables como para aguantar el peso de una persona. Sorprendentemente nuestro objeto aguantó, nunca se debe subestimar la fuerza que puede llegar a ejercer un seto plantado en una roca. Ya teníamos nuestra bola de algas que emite sonido versión avanzada. Ahora las algas ya no estaban bailando como si nos diesen asco, ahora ya entendíamos el valor que tenían, y decidimos recubrirlas con red, para poder crear una base mas firme a nuestro objeto, que pudiese ser moldeable, mullida y adaptada a la fisionomía de cada persona. Los conos ya no se aplastarían con la presión de las algas, ya que esta vez irían suspendidos y además cada uno de un material distinto, entendiendo que el sonido no solo varía dependiendo de las dimensiones de la pieza sino también del material del cual está compuesto.

Estábamos ante un objeto cómodo, ergonómico, ligero, llamativo, adaptado al medio y disfrutable. En él cualquier persona podría tumbarse y pasar la tarde contemplando las vistas y escuchando los diferentes sonidos emitidos por el mar. Balancearse, como si de un columpio se tratase. Leer un libro o meter incluso a otra persona dentro y charlar con ella. Moldeable y cambiante. Así es nuestro objeto.

 

ANTIDISFRUTE, HABITANDO EL SONIDO

antidisfrute

 

Seguimos dando un paso mas en nuestro proceso de investigación, esta semana tocaba hacer una intravention y para llevarla a cabo me he juntado con Marta y Katia. Cada uno de nosotros con un material distinto y un objetivo que buscar, pero el resultado debía de ser un único objeto. Este fue nuestro punto de partida. Necesitábamos una sección de la costa con forma de cueva y teníamos un material, las algas y un objetivo buscar sonidos.

Encontramos en el antidisfrute el disfrute, ya trabajado anteriormente por Katia de un material como eran las algas que si las juntabas y le dabas una forma parecían un poco menos asquerosas y una sección la cual encontramos ya habitada y decidimos complementarla más con un objeto que pudiese llamar la atención del público.

Sabíamos lo que queríamos conseguir, ahora la cuestión era materializarlo. Un cono gigante colgante en el cual te pudieses introducir y relajar mientras escuchabas el sonido del mar fue nuestra primera opción fallida, puesto que su caparazón estaba formado con una mezcla de yeso y algas, la cual no era la mejor combinación para que no fisurase a la hora de crear el cono. Cambiamos de planteamiento y empezamos a fijarnos más en materiales del mar o usados en el mismo. Una bola gigante, repleta de algas y conos con diferentes tonalidades de sonido y recubierta con una red de pesca sería el siguiente paso. No necesitábamos materiales como el yeso, desentonando en la línea de costa. A modo de red, igual que los pescadores recogen el pescado, nosotros pescamos las algas. Una forma esférica, recordando a esa pelota que llevábamos todos a la playa junto a nuestro cubo cuando éramos unos renacuajos. Y un secreto: el sonido. Simplicidad, pausa, relajación y naturaleza. Una piedra colocada justo debajo de nuestro objeto, como si alguien la hubiese llevado la noche anterior a propósito, nos servía a la perfección para sentarnos y jugar con nuestro objeto. Buscar entre las algas los conos para averiguar que esconden, darle vueltas y más vueltas como si de una bailarina se tratase. Habíamos creado un objeto en continuo movimiento, emitiendo diversos sonidos, quizás lo que pretendíamos representar fuese el mundo, caótico y constante, aprisionado por una red, gritando cosas pero que nadie se para a escuchar por ese asco que quizás le pueda producir las algas. Unas algas que al cabo de un rato jugando con el mundo, ya no daban tanto asco.

En mi búsqueda ya había desaparecido mi primer material, el yeso, el cual me había servido para darme cuenta de que la mayoría de las cosas estaban formadas por capas, ¿no era nuestro objeto acaso una suma de capas? (red, algas, conos) y con esa suma de capas conseguía indagar aún más en esa búsqueda del sonido. ¿Qué nos estará contando la naturaleza? ¿Es el sonido que se escucha en nuestro objeto el emitido por el mar o quizás por el viento?

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Transduciendo el sonido

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En esta segunda parte de poner en marcha un transductor, la metodología que he tomado ha sido diferente a la inicial. Ya no intento “representar” una situación que ocurre en la naturaleza, sino que a partir de un material intento descubrir lo que sucede.

Aprender a escuchar es una de las cosas más importantes en esta vida. Prestar atención a lo que está sucediendo a nuestro alrededor para después poder utilizarlo como ejemplo en nuestros proyectos. Así partiendo del sonido que hace una caracola recordándonos al mar, planteo mi objeto. Un objeto con el que consiga incrementar el sonido y poder apreciar con sencillez, con el mismo, de donde viene el viento o donde se encuentra el mar. Poder amplificar el canto de los pájaros hacia tus oídos o el susurro de una persona que se encuentre cerca.

Se podría aprender del silencio y maravillarnos con él al igual que la gente lo hace con John Cage y su obra 4.33’’ donde el silencio predomina durante toda su actuación. Pero eso implicaría no estar utilizando mi objeto o estar haciendo un mal uso del mismo, como mirar por el, probablemente el primer impulso que tomaría todo el mundo. Ya que en esta ocasión del silencio no queremos aprender, debemos estar nosotros mismos en silencio para poder aprender del sonido de la naturaleza. Poder apreciar sentado en la playa con los ojos tapados cada cuanto viene una ola o con que potencia viene.

Para llegar a mi objeto, tuve que hacer diversas pruebas de moldes, unos más pequeños, otros más alargados, y otros que se quedaron por el camino debido a la poca consistencia del yeso. Todas buscaban la misma finalidad, aumentar la intensidad del sonido, pero a la hora de hacer la prueba de carga con mi objeto y probar a escuchar con dos distintos, conseguí apreciar distintas tonalidades de sonido. Me encontraba en el punto en el que no solo podía saber en qué dirección sopla el viento o con que intensidad, sino que si continuase un paso más adelante podría llegar a conseguir “música” de la propia naturaleza. Con el mapeado quedaba constancia de que el sonido no venía en la misma dirección si te encontrabas en una playa de arena sin nada detrás o si estabas rodeado entre rocas. Hechos que a simple vista pueden parecer bastante minuciosos y obvios pero que quizás se les pueda sacar algún partido más adelante.

TRANSDUCTOR. Buscando capas

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Mero proceso de transformación y cambio.

Intento de representación del cambio en la línea de costa.

 

La semana pasada hablaba de materiales moldeables y transformables, hechos a modo de capas y centré mi recorrido por la costa en buscarlos, en entender cómo y porque se formaban así y que otras similitudes podía encontrar en el camino, ahí fue donde hacía la comparación con el cierre de una parcela.

Esta semana voy un paso más lejos e intento crear un objeto, entendido como máquina pero no como robot haciendo un guiño a la introducción de “el modo de existencia de los objetos técnicos”, humanizado o sin humanizar es lo de menos, versión 1.0 pero que nos sirva para entender el proceso por el cual pasa un material hecho por capas.

Mi teoría era la crear un objeto que estuviese en continuo cambio y ese cambio tenía que pasar por el movimiento de estados. Sigo con el yeso como ejemplo, pero esta herramienta debería de poder servirme para cualquier material que pudiese encontrar en la línea de costa.

Para representar ese cambio de estado, cómo un material puede estar compuesto por capas, necesitaba una máquina que recogiese todos esos procesos y eso fue lo que hice. Con 8 palos y 2 tamizadores de distintos diámetros de árido, colocados a diferentes alturas, consigo apreciar esa transformación y cambio de estado. No me interesa la forma y quizás tampoco el material, simplemente el cambio de estado y la creación de un material por capas. Mi objetivo era encontrar materiales que cerrasen el círculo, para así poder conseguir que mi objeto estuviese en continua transformación. Lo único que se hace es tamizar en dos partes el objeto diluyéndolo en agua, dejarlo secar y obtendríamos un objeto de 1 capa, si continuamos el proceso y seguimos vertiendo más fluido sobre el sólido conseguiremos un objeto por capas, consiguiendo así su estado inicial.

A la hora de realizar un mapeado empecé posicionando fotos en el lugar donde las había sacado, pero poco más tarde me di cuenta de que aquello que estaba haciendo carecía de sentido. El territorio que yo estaba analizando o quería analizar también se presentaba ante mí en forma de capas, por lo que decidí crear una composición que siguiese la forma de la línea de costa pero sin preocuparme qué posición ocupan o si coinciden o no con el lugar donde se encontraban, porque al final lo que entendía era que primaba el conjunto, que el territorio era cambiante al igual que mi objeto, pequeños o grandes objetos formados o no por capas que se juntaban para dar sentido a la composición de un lugar entendido del mismo modo que el empeño de mi búsqueda.

transductor

Trabajo de campo

Esta semana nos hemos desplazado a la Costa, trabajando en un ámbito entre La Caleta y cala de La Fustera. El propósito que debíamos seguir era analizar cómo interactuaba nuestro objeto con la línea de Costa, muy cambiante en este tramo que habíamos determinado. Después de experimentar con diferentes materiales, crear un objeto y ver cómo reaccionaba en la línea de Costa,podríamos pensar que ya lo teníamos controlado, pero no, como decía en mi entrada anterior, quería que mi objeto fuese cambiando y transformándose en un espacio de tiempo todavía no definido tal y como le ocurre a la ciudad, para poder llegar a ese «punto crítico».20160930_141632

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Una caract20160930_121658erística importante que le había encontrado a mi objeto era la de rugosidad, tanto interior como exteriormente no se trataba
de una bola perfectamente lisa, sino que esa rugosidad le adquiría un carácter más humano, más real, más natural. Y no hizo falta nada más que dejar unos minutos mi objeto apoyado en una roca para darme cuenta de que lo que buscaba lo tenía justo allí delante. Otras ideas que se asemejaban a mi objeto que quizás no pudiesen desempeñar la misma función, pero sí que contaban con un proceso al menos similar. Se trataba de piedras formadas por «escamas» entendido esto como un proceso de superposición de capas, esas capas de las que ya me había hablado Simondon anteriormente estaban justo delante de mí. Rocas que simplemente con pasarles la mano se deshacen o que si están en contacto con el agua se forma una especie de película de fango o barro el cuál dejándolo secar vuelve otra vez a endurecerse al igual que lo que pretendía mi objeto.

La excursión continuó y con ella continuó mi proceso de investigación, mi mente ahora
estaba centrada en que materiales más utilizaban este sistema de capas o que actuación
dejaban constancia de que seguían el mismo procedimiento. Ya había descubierto rocas que se deshacían nada más tocarlas, otros elementos naturales que mezclándose entre ellos podían desarrollar la misma característica, la propia tierra en relación con un árbol o una planta podía también darme a entender que seguía el mismo procedimiento, reptiles como lagartos o serpientes que mudan su propia piel o animales que crean su caparazón añadiendo capas a este. Pero con el ser humano también descubro que hace lo mismo cuando crea pivotes de hormigón u hormigona pasarelas de acceso a la playa, en ella se pueden apreciar las distintas capas que han sido utilizadas y que quizás con el paso del tiempo logren dividirse como le ocurrió al pivote de hormigón con la erosión  del agua . Las viviendas las creamos por capas (trasdosado, ladrillo, aislante y acabado) y hasta en los propios cierres de parcelas vuelvo a encontrarlo. ¿Pero son este tipo de capas iguales a la característica de mi objeto?  La respuesta es NO, ya que si que es cierto que es una superposición de capas, pero un cierre de una parcela no se puede llegar a moldear y generar esa rugosidad que tiene mi objeto o la roca que se transforma en lodo para poder compactarse de nuevo con el paso del tiempo. ¿Podríamos crear un cierre con estas características ? Que cualquier persona pudiese pasar y modificar la estética de ese cierre, jugando con el o simplemente dejando las marcas de sus dedos.

Entiendo ahora que la superposición de capas la puedo encontrar en diferentes formas y materiales y que la podría llegar a clasificar según de que forma actúan. Pero en este punto podría decir que las que realmente me interesan son aquellas que tienen la capacidad de poder moldearse y transformarse para seguir en esa línea de proceso y cambio.



Objeto Nº1

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Mi primer objeto o objeto Nº1 surge mediante un proceso de experimentación anterior con diferentes tipos de materiales.

Comienzo pensando en «disfrute» y lo primero que se me viene a la mente es un niño jugando en la playa, pues no hay mayor felicidad que la de uno cuando todavía es joven.

De los 4 materiales anteriores utilizados, el que más me llamaba la atención era el yeso, pues era el que mayor proceso de transformación experimentaba, y en esa línea quería que fuese mi trabajo. Proceso, cambio, tiempo… Que todo eso fuese de la mano y estuviese una y otra vez regenerándose y convirtiéndose, que mi objeto no se quedase en una primera prueba, sino que de una forma natural fuese alterándose, avanzando y modificándose. Por eso la elección de este material, ya que puede pasar de un estado en polvo, a líquido y más tarde a sólido. Perfecto.

Mil años de historia no lineal compara capas de la tierra con la teoría de la evolución de las especies de Darwing y con la forma en que está dividida la sociedad, y esto no deja de ser más que un proceso continuo y constante de cambio, uno en un periodo más corto de tiempo mientras que otros quizás haya que esperar más tiempo para poder apreciar un ligero cambio. Así debería de ser mi objeto, un cambio permanente, con unos tiempos no pautados, ¿ por qué puede tardar tanto tiempo en solidificarse y tan poco en volverse una masa en contacto con el agua y no al reves? ¿ podemos modificar los tiempos o alterarlos?

Pero es que leyendo a Simondon también vuelvo a encontrar el proceso y el cambio cuando nos habla de los motores de un coche, pues de un motor antiguo a uno moderno el cambio es eminente, a pesar de ser lo mismo y llamarse igual, uno funciona completamente distinto al otro. Se conserva en esa línea temporal la esencia de la palabra «motor» pero todo su mecanismo y forma de trabajar ya ha cambiado.

También Lefebvre apoya el proceso como método de estudio de las ciudades, llegando a decir que entre ciudades hay tanta diferencia que no se parecen nada unas de otras, ni siquiera con su propio pasado. Exactamente qué explica Simondon con el motor del coche. Y esque la ciudad tiene a sus espaldas toda una larga historia desde la ciudad política, la ciudad comercial, la ciudad industrial, la post industrial y el «punto crítico». Por todos estos procesos sería por los que debería de pasar mi objeto hasta llegar al punto crítico, lo que se entendería como el final del curso. Un objeto del cual desconozco a priori cómo será la forma al igual que desconozco cómo será la forma de la ciudad.

Volviendo al disfrute, se me cruza la mentira, esa mentira me llevará al trampantojo, recurso muy utilizado ya en el Renacimiento, hacer creer al espectador algo que no es. Mi objeto se trata de un material pesado a simple vista como puede ser el yeso, el cual todo me indicada en mis experimentos anteriores que no debería de flotar, pero el mío lo hace. Pues bien, si yo solo crease una bola de yeso y la vaciase por dentro, además de que me partiría por su poca consistencia y fragilidad, no flotaría o quizás si, pero poco tiempo, el tiempo que tardase en llenarse de agua y hundirse hasta el fondo. Pero si yo esa bola de yeso la hago con una base de poliestireno (material más ligero de los anteriores experimentos) y esta base la vacío dejando solo un perímetro exterior pegado al yeso, el objeto resulta que adquiere la propiedad de flotar.

El cubo de ola y la pelota serían las dos ideas que se encontrarían rondando por mi cabeza. Unir las dos formas en una y que de ahí pudiese salir mi creación . Un objeto que podría ser simplemente decorativo, pero que también  pudiese recoger la arena, rodar por ella e incluso flotar. Que sea lo suficientemente ligero para que se lo pueda llevar una ola pero lo suficientemente fuerte para poder recoger arena en su interior o servir como refugio a pequeños crustáceos. Que se lo pudiese entregar una tarde de playa a un niño y pudiese hacer con ese objeto todo lo que podría hacer con sus juguetes. Pero además que el usuario experimente sensaciones, como la rugosidad de su tacto imperfecto y sin pulir, como el efecto de sorpresa si sale volando una bolita de poliestireno de su interior o la sensación de que el objeto se deshace sobre tus manos en el momento en que lo introduces en el agua pudiendo transformarlo y malearlo posteriormente.

No es más que un conjunto de sensaciones, dos ideas y cambios constantes de un objeto que debe experimentar transformaciones en un espacio de tiempo indeterminado.

 

 

Materiales.

Poniendo la vista atrás, analizando mis proyectos anteriores, indagando en que ideas me han obsesionado todo este tiempo y que materiales he decidido utilizar para llevarlos a cabo, descubro que la idea inicial de la mayoría de las propuestas van muy ligadas a un material; muchas veces imposible realizarse si no fuese con esos mismos.

Una de mis mayores preocupaciones a la hora de abordar un proyecto es el espacio interior, que se puede ver desde dentro pero también como te pueden ver desde fuera. Que el edificio forme parte de la ciudad o de su alrededor es algo por lo cual peleo en cada proyecto para que suceda. Por eso muchos de mis edificios emiten luz, una luz que viene desde el interior y que pueda llegar a iluminar el exterior. Para ello empleo mucho, materiales como el u-glass o vidrios al ácido, ya que estos materiales te permiten arrojar luz hacia el exterior, pero solo poder ver sombras de lo que sucede en el interior, algo intrigante, dejarlo todo en manos de la imaginación.  Con la luz también podemos causar en el espectador una sensación de asombro, jugando con la proyección, consiguiendo que la escultura de un pequeño gatito se transforme en un gran león.

Ideas como la de una caja de vidrio en la cual pueda entrar luz por todos sus lados, bonito pero poco eficiente. ¿Y si nos cubrimos con una protección metálica en ciertas zonas de conflicto? Entonces la cosa cambia. Conseguimos luz al interior y privacidad hacia el exterior, protegiéndonos del sol también si fuese necesario. Pero no solo de metal puede ser esta protección, sino que podría ser de cualquier otro material.

Edificios completamente de hormigón, garantizándote una buena trabajabilidad y una seguridad que quizás otros materiales no te puedan dar, pero de eso tampoco creo que se trate, pues el que no arriesga no gana. Mezclar materiales completamente opuestos, madera, hormigón, metal, vidrio y llegar al punto en que se compenetren tan bien de forma que uno no puede formar el proyecto sin el otro. Intentar utilizar materiales nuevos, pero sin dejar de tener siempre en cuenta aquellos materiales primarios los cuales en muchas ocasiones son los que dan la mejor solución a tus inquietudes.

Introducir la vegetación en la medida de lo posible en cada proyecto es otra de las pautas que me persiguen. Que el edificio se pueda llegar a fundir con su entorno, su alrededor, que la naturaleza envuelva y proteja aquello en lo que nosotros nos preocuparemos de habitar. Conseguir que tu edificio dialogue con los de su alrededor, que se camufle entre ellos pero que a la vez pueda llamar la atención si fuese necesario.

Por todo ello, este primer trabajo de experimentación con los materiales, lo abordo experimentando con materiales completamente opuestos en algunos análisis pero muy similares en otros, tanto por su apariencia como por su forma de trabajar, al igual que nos sucede cuando proyectamos un edificio, un objeto o incluso un cartel. Conocer bien los materiales, saber cómo trabajan y que es lo que nos pueden aportar debe ser lo primero que tengamos que hacer antes de ponernos a proyectar.